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El pavo doméstico es el resultado de una interacción prolongada en conjunto con una selección artificial por parte del ser humano durante dos mil años. El proceso de domesticación se produjo alrededor del comienzo del primer milenio de nuestra era, y fue obra de los pueblos indígenas de las regiones centrales de México. El agriotipo empleado fue el guajolote o pavo salvaje mexicano (Meleagris gallopavo mexicana), una subespecie del pavo salvaje común (Meleagris gallopavo), especie que vive en los bosques de México y los Estados Unidos. Utilizaban de él su carne y huevos como fuentes de proteína. También empleaban sus plumas con fines ornamentales. Los aztecas asociaron al pavo con su dios Tezcatlipoca
Posteriormente, en el año 1498, los españoles llevaron consigo pavos domésticos —con el nombre de gallinas de Indias— de regreso a Europa, con lo cual se inició su reproducción en ese continente, primero en España, y luego a otros países, en donde en casi todos se fueron desarrollando razas propias. Allí sería seleccionado durante siglos, consiguiéndose aves de carne apetecible, rápido crecimiento y gran tamaño corporal.
Antes del siglo XX, una cena de Navidad con pavo era un lujo sólo para pudientes, los que con él reemplazaban al típico ganso de las mesas de las clases obreras. Varios hechos acaecidos durante el siglo XX hicieron que el precio de su carne se redujera drásticamente, por lo que lo tornó más asequible a las clases humildes, haciendo que el pavo fresco sea un alimento barato y fácilmente disponible[cita requerida]. La producción avícola intensiva de pavos se tornó popular a partir de la década de 1940. 

PAVOS:

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